Recuerdo el día que me fui como
si fuese ayer. Con una maleta y una mochila al hombro, y tres recuerdos en el
bolsillo. Juré que no lloraría pero al ver lo que dejaba a tras no podía
evitarlo. No podía hacer otra cosa, una vida llena de oportunidades me
esperaban en Madrid. Necesitaba cambiar de aires, vivía en un pueblo muy
pequeño, y desde que me entere que mi único amor, se había acostado con mi
mejor amiga, no podía ni salir de mi casa.
Que ridículo hice, me acuerdo
como la llame por teléfono y la pedí que me acompañara hablar con la chica
desconocida que creía que se estaba tonteando con mi chico. Llegamos dónde habíamos
quedado, me pidió la chica desconocida quedarme sola con ella, y cuando me dijo
que ella no había hecho nada con mi chico, pero que conocía a alguien que si lo
había hecho… De repente me sentí como si me hubiera quedado sorda cuando salía
de la boca de la chica desconocida “Ha estado con ella, con tu amiga”. El mundo
se me paro de repente, y yo giraba en torno a él.
No recuerdo cómo reaccioné, sólo
sé que necesitaba salir corriendo cuándo vi a Marta, mi amiga, con la cabeza
gacha, confirmando lo que la joven desconocida me había dicho. Entonces corrí,
sin mirar hacia tras, corrí hasta encontrarme en con un callejón y romperme a
llorar.
De todo eso, ya ha pasado un año.
Hoy no siento rencor, solo pensamientos de estar lo más guapa posible para dar
en los dientes a todos los que me hicieron daños. Jeje